Queridas familias, esposos, Jóvenes, Niños y abuelitos, sean todos bienvenidos a esta vigilia de Pentecostés, dejemos que el Espíritu Santo llene nuestros corazones con el fuego del amor de Dios, para ser verdaderos testigos y anunciar las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas. Hoy reflexionaremos entre cada bloque de alabanzas, los siete dones del Espíritu y al final escucharemos unos testimonios que nos ilumine cómo podemos vivirlos en nuestras familias. ¡No tengan miedo! Salgamos y anunciemos con nuestras vidas que Cristo está vivo y presente en cada familia, así, con su realidad concreta, con sus fragilidades y esperanzas. Él no deja a ninguna familia sola, más bien sale a nuestro encuentro y camina con nosotros, como lo hizo con los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), queremos reconocerle al escuchar su palabra y partir el pan.